Deleite fantasmagórico de sombras e ilusiones de luz; encanto de lo sublime en la transfiguración constante de lo visual.

jueves, 10 de marzo de 2011

La Sociedad Del Semáforo.


Convertir un semáforo; pasaje cotidiano, espacio que ha servido a muchos individuos para encontrar una manera subsistencia, en una obra cinematográfica, que relata de manera escueta la descomposición social, la deshumanización y la perdida de la dignidad, enmarcado en un plano visual estético que genera imágenes de altísimo impacto para el espectador, evidentemente, requiere un indiscutible gran talento.
            La sociedad del semáforo, ha sido fuertemente criticada por muchos, argumentando que es una simple representación de una realidad, sin llegar a alcanzar trascendencia alguna. Por mi parte, opino, que es digna de exaltar, pues si en efecto es un espejo de las condiciones de miseria, a las que no se puede hacer caso omiso en nuestra sociedad, se convierte en una fuerte crítica a las perdidas de los valores del ser humano, como resultado de una masificación progresiva, de las condiciones de pobreza que se extiende por todos los rincones de la ciudad, en este caso en los semáforos como espacios coyunturales de cualquier lugar. 
            Quizás uno de los aspectos más controversiales de la película, a mi forma de ver, es el personaje, quien se debate en una pugna constante entre el bien y el mal. Por una parte, es evidente que juega un papel de redentor y héroe, pues se presenta como un líder callejero que busca la reivindicación en la dignidad de sus semejantes; por otro lado, su atadura a la adicción le hace un ser completamente vulnerable, cautivo al vicio y a la mundanidad de la miseria, como se ve crudamente representado a lo largo de la historia. Raúl, es un ser, con el que difícilmente puede ser identificado el espectador, y eso, genera un infranqueable distanciamiento,  sin embargo, el poder de muchas de las imágenes, generan una catarsis tal, que la cinta cobra un alto valor discursivo, en el que se exaltan valores del ser humano, y permite una comprensión de la naturaleza de los seres marginales que allí se presentan, de forma tal, que resulte imposible, a mi parecer, la contemplación de la escena cotidiana de los semáforos de la misma manera.
            El acto de rebeldía, por ejemplo, en el que se destrozan las luces del semáforo, y se incendia el taxi, enmarcada dentro de una escena de un alto grado de poesía, es una proclamación de libertad, en el que realmente se pone en alto, la condición de humanidad, de todos aquellos habitantes que son despreciados día a día. La rebelión se gesta en las entrañas mismas de la urbe, como consecuencia del trato indigno; así pues, es un momento emblemático en la historia, que nos enseña que también la miseria tiene su límite, y es imposible dejar de ver a un ser humano, en tantos aquellos, que bajo un semáforo, hacen piruetas, venden cigarrillos, bailan con muñecos, o simplemente piden ayuda monetaria, deseando que esté mas tiempo en rojo, quizás no solo para que les den mas dinero, sino para que les determinen y se den cuenta que existen.


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